Alternativas

Tras tomar la alternativa (la 5ª o 6ª en mi carrera laboral, ya he perdido la cuenta) y enfrentarme por segunda vez a la angustia por separación de mi bebé, dos hechos me han hecho reflexionar.

Ya sabemos que la ley de igualdad vale según la empresa en la que estés. Si es pública son yenes y si es en la privada, equivale a rupias nepalíes. Yo en mi bolsillo tengo rupias, no os digo mas. Y me siento estafada y rendida, aunque no vencida.

En plena crisis, vamos a usar la frasecita, la gente cree que no tiene derecho a quejarse y a aspirar a algo mejor (ya vendrán tiempos mejores, ahora Virgencita, que me quede como estoy) y por el contrario, que si tiene mucho por lo que dar gracias a sus jefes.

La mentalidad española con crisis o sin ella, es esa me temo.

El caso es que a los que no nos conformamos, a los que luchamos por avanzar y vivir nuestras vidas como nos gusta, pidiendo solo lo que nos corresponde, aceptamos que hay jefes que son “para darles de comer aparte” y que sus intereses siempre irán en contra de los nuestros (mentalidad empresarial primitiva donde las haya). Pero nos duele que los que nos quieren nos “animen” a aceptarlo y no ha batallarlo.

Hace poco, me dolió (muchísimo) oír a una madre decirle a su hijo que debía agachar las orejas (usa exactamente esas palabras) y darle la razón a su jefe que siempre la tendría. Que la ley ya sabíamos como era, que estaba para pedir a voces que te despidieran.

Me pareció tan humillante. Jamás, jamás les diré a mis hijos que no luchen por lo que creen, que se dejen avasallar y que renuncien a sus derechos. Las opciones te hacen libre. Hay que reclamar lo que nos corresponde y luchar por cambiar el mundo, no estancarlo mas de lo que esta.

Aceptar que las cosas son así, está bien para tomar fuerzas por un tiempo, para coger energía o como decía aquella: para coger carrerilla y tomar impulso. Pero nunca para sentarse en un rinconcito a quejarse de cómo esta la vida y lo que nos toca vivir.

Yo hoy siento estar cumpliendo una condena (consiguiendo un trabajo que no me gusta y me aleja de mi hija mas de 12 horas) pero tengo un plan para cambiar las cosas y conseguir mi objetivo: disfrutar de mis hijos, trabajar para vivir y disfrutar de la vida como me plazca.

Yo puedo quejarme porque lo intenté y no lo conseguí (de momento) ¿y tu? ¿Lo intentaste o agachaste las orejas?

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3 comentarios:

Estrella dijo...

Niviuk, acabo de descubrir tu blog. Me gusta mucho. Y tienes toda la razón del mundo en este post. Besos y animo!

Anónimo dijo...

Yo lo intento. Todos los días desde hace siete años (casi ocho) que tuve a mi primera hija y fue pidiendo una reducción de jornada (que conlleva, no lo olvidemos una importante reducción de sueldo y que de esto nadie quiere acordarse). Y por eso llevo siete años aguantando ninguneos, que haya pasado a ser un ser cuasi invisible (eso sí cuando me voy siempre hay alguno que dice "qué suerte"), he pasado por épocas de tener que hacer la misma cantidad de trabajo que hacía antes de la reducción y épocas en las que no me dan trabajo (supongo que esperando que me aburra y me vaya) pero aquí estoy, aguantando, porque es mi derecho y al que no le guste que no mire. Que mi valía no se mide por las horas que estoy en el curro y si ellos/as quieren medirla así pues es su problema y no el mío. Y yo cobro mi sueldo a fin de mes y paso las tardes con mis hijas, y que me quiten lo bailao, con la frente muy alta voy.

Niviuk dijo...

Cuanta razon tienes! Y que duro, lo se. Pero como tu dices, cobras a fin de mes y estas las tardes con tus hijas. A esos que dicen que suerte, deberian plantearse que la suerte muchas veces depende de trabajarse las cosas mucho mucho mucho.
Tendria que haber mas mamas (y papas) asi. Facilitaria mucho las cosas a todos…

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